Este año la cuesta de septiembre más bien será una cordillera y no sólo para los sufridores padres de familia. Centros escolares y editores han puesto también la "carne en el asador". A la ya eterna crisis económica que tiene en la cuerda floja a miles de hogares en España se suma la reconversión tecnológica de las aulas, la disminución de las becas por compra de libros y los cambios programados con la reciente ley educativa, LOMCE.
Como madre de dos hijos en edad escolar (Primaria y Secundaria) en la Comunidad de Madrid, a fecha de hoy ya he desembolsado solo en libros para el curso escolar que empieza 340€ y aún me quedan por confirmar tres libros más de Secundaria que se comunicarán al principio de las clases, más unos 325€ que tendré que abornar para adquirir el ordenador portátil que se utilizará como herramienta de trabajo en 5º de Primaria. No entra aquí ni el material escolar, ni las deportivas, ni la mochila, ni uniformes, ni ropa de uso...
Es un desembolso importante, no cabe duda, y en él está el desarrollo intelectual de mis hijos, por
eso, como madre, entiendo perfectamente los bancos e intercambios de libros, los esfuerzos por conseguir por Internet libros de segunda mano y la indignación de muchos padres porque en algunas comunidades autónomas los libros sean totalmente gratuitos para todas las familias y en otras no.
Sin embargo, como profesional reconozco el esfuerzo que han tenido que realizar las editoriales en los meses previos para poder tener a tiempo unos materiales exigidos por una ley que ha puesto "patas arriba" el sistema educativo vigente hasta la fecha y aprobada en el último minuto.
Lo explica de manera muy clara ANELE, Asociación Nacional de Editores de Libros de Enseñanza, en su "Informe sobre la evolución del precio de los libros de texto 2014-2015" donde además de dar a conocer los cambios que se van a producir este año en la enseñanza en España, ofrece cifras de venta, el escandallo de un libro de texto donde se comprueba el porcentaje de reparto en el precio de un libro y la evolución del libro de texto tanto en papel como en digital.
Por su parte los centros escolares han invertido el verano en adaptar las aulas a los requisitos de la Ley, adquirir pizarras digitales, ordenadores de aula, material didáctico digital y, sobre todo, formar a sus docentes en las nuevas formas de enseñanza digitales y colaborativas.
Tanto esfuerzo y tanto gasto ¿verá sus resultados en el próximo informe PISA?
Habrá que esperar un año, al menos para comprobarlo, mientras tanto, los profesionales del sector deberían esforzarse para que esta desigualdad económica para las familias, en función de la Comunidad Autónoma donde se tenga el domicilio, se unificara y, si la enseñanza es obligatoria y existe la posibilidad de impartirla de manera gratuita, los libros de texto deberían acompañar esta gratuidad y que todos los niños tuvieran las posibilidades en su formación intelectual.
jueves, 4 de septiembre de 2014
Tras las vacaciones, la cuesta de septiembre, con la LOMCE
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